El número 17 de la revista 'Pacientes', con el título 'Cuidar al cuidador', plantea que "un 85 por ciento de las personas encargadas de cuidar a personas mayores o dependientes tiene síntomas de lo que se conoce como el 'síndrome del cuidador quemado'. Esta dolencia conlleva problemas de salud física y psíquica y supone una alteración de la vida laboral y social de la persona que la padece."
Puede consultarse la revista aquí.
El conocido como síndrome de burnout, al que se le han dado muchos nombres, pero que básicamente hace referencia a los efectos derivados de una exposición prolongada a una situación de estrés crónico (como lo es la atención a personas dependientes, y más aún en casos en los que hay deterioro cognitivo) puede tener graves consecuencias directas para la salud y el bienestar psicológico de las personas que lo sufren, e indirectamente sobre la calidad del cuidado que prestan. En su definición de 1981, Maslach y Jackson hacen referencia a “una respuesta a un estrés emocional crónico cuyos rasgos principales son el agotamiento físico y psicológico, una actitud fría y despersonalizada en la relación con los demás y un sentimiento de inadecuación a las tareas que se han de realizar". Insistimos, hay un efecto que incide indirectamente sobre el tipo de cuidado que se presta.
Esta situación, evidente para los profesionales que estamos en contacto con los mayores dependientes y sus familias, muestra lo peligroso y desacertado de la reciente eliminación de las residencias de verano que formaban parte del plan de 'Respiro Familiar' o la reducción actual de horas de ayuda a domicilio, y evidencia la necesidad de aumentar los servicios, dispositivos y profesionales de atención a cuidadores (programas y talleres de atención grupal, individual y familiar), así como la necesidad de reforzar los servicios de los Centros de Día como una de las primeras líneas de acción para el 'alivio' de las personas cuidadoras.
Si algo nos han demostrado las investigaciones al respecto, es la importancia del apoyo social, el desarrollo de actitudes personales e interpersonales (asequible a través de la psicoterapia de grupo, por ejemplo), y la posibilidad de disponer de lo que podríamos denominar 'rutinas de descanso' (aislamiento social planificado, tareas gratificantes, días de descanso y libranzas, vacaciones, relajación, meditación, risoterapia, grupos de apoyo), como vías para reducir el estrés al que están sometidas estas personas (y profesionales).
Situación preocupante, insistimos, máxime cuando el perfil del cuidador sigue siendo el de una mujer, casada, de unos 55 años, con estudios primarios y sin ocupación remunerada.
5 comentarios:
Es importante hacer reclamaciones de forma oficial en las distintas Administraciones.
Estoy totalmente de acuerdo. Cada uno individualmente tiene que hacer reclamaciones, es el único recurso que tenemos para manifestar que NO estamos de acuerdo. Y esto claro, no sale en los periodicos.
No sólo no van a solucionar la crisis, ya que en realidad requeriría una intervención en otros niveles (política, sector financiero, por ejemplo) que no están dispuestos a tocar. Encima se atreven a recortar derechos y servicios a nuestros mayores, y de paso ¡aumentando la cifra de desempleados! ¡Sinvergüenzas! Si los mayores se unieran y se convencieran de la fuerza que tienen como colectivo... miedo les tendrían...
Además de nuestras reclamaciones a modo individual, sería interesante que todos estos recortes y estas mermas en la atención a estas personas, salieran en los medios de comunicación a bombo y platillo para poner en evidencia a la Administación.
Esto es una violencia de "género" hacia nuestros mayores y los familiares que los cuidan por parte de las instituciones como la Comunidad de Madrid.
Creo que además de la reclamación individual legalmente establecida y del recurso al ruido mediático, deberíamos unir nuestras voces y hacernos oír como COLECTIVO DE AFECTADOS. Constituir, sea por internet o de manera física, recogiendo firmas, coordinando criterios, una PLATAFORMA que tenga más fuerza que las voces aisladas y que se sume a éstas como una avalancha de indignación.
A los políticos si algo les asusta es perder votos y tener enfrente un grupo cohesionado, organizado o que al menos lo parezca.
Ganar unas elecciones no significa patente de corso para actuar al margen de las necesidades reales de la ciudadanía. Tenemos el derecho de controlar su actuación, pedirles responsabilidades, exigirles rectificaciones. Resulta incluso ofensivo que, amparándose en la crisis, realicen recortes que devalúan la atención y cuidado de los que más lo necesitan y que con su esfuerzo prolongado de toda una vida de trabajo y cotización se vean ahora privados de unos derechos que por justicia social y moral les corresponden.
No me creo que no puedan recortar de otros lados y que tengan que cebarse en los más débiles, amparándose en la escasa repercusión que nuestro caso tiene y seguramente aprovechando las vacaciones de verano, como de tapadillo.
Mi familiar no merece el abandono que se avecina, ni yo, ni en el futuro nuestros hijos.
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